sábado, 28 de marzo de 2009


INFLEXION

Se siente vértigo
algo más que aire cae por encima de tí,
algo más que un cuerpo
se suspende en hilos de sangre.

Los sonidos se confunden
la aceleración de tiempo cree salvarte
pero en realidad te mata con las manos.

El mundo en su pelota rueda en espiral,
mientras tú te quedas fuera,
eres un cuerpo sin forma,
deshabitado,
imprevisto de espacios locos
y tu voz muere en el aire.

Mis pies caen despacio
muevo los ojos repletos de hormigas
que se instalan en la visualización del mundo.


















La arquitectura de mi cuerpo se queda boca abajo
la órbita de mi cintura se comprime en un adiós,
mis dedos creen perderse
mientras el tiempo salta al ecuador del movimiento.

Todo es denso,
lento,
callado,
las palabras enferman en el equinoccio de las noches,
tus manos se fatigan
y creen encadenarse a un segundo de muerte.

Mientras todo se mueve
tú te quedas quieto,
con la cabeza colgada en el silencio
y la boca retrocediendo al cambio.

Todo pesa,
se encarcelan las manos a la noche,
el aliento cae por la escalera,
crees morir cuando te miras
porque tus ojos han cambiado de lugar.

Es un baipás
donde todo son impulsos
donde tu mano recoge tu otra mano
para avanzar en el silencio.

Es el frío en retroceso,
el escenario de la figura tumbada que ya no puede oir,
aquella con ojos como cavernas
que asustan con su velocidad.

Las agujas me cosen con sus hilos
miles de lágrimas,
me convierto en cristal para permanecer
fría,
intacta,
sin tiempo.

Todo son cortes,
gotas de sangre perturbando mi visión,
una piel atornillada a los huesos
para sentir su movimiento.

Es un temblor
que te levanta del sitio,
el grito de la soledad cayendo por tus labios
y en la pared tu imagen es un adiós.

El tiempo se resigna
aleatorio,
subjetivo,
difuso,
inexistente,
porque el tiempo es solo nuestro
modelado por el dedo de tu mano,
todo es magia
y tu sombrero es un círculo donde todo cambia.

Dejamos de girar
de movernos como estatuas de sal
entre figuras de hielo.

Ya no tengo nada que decir,
las palabras suturan el tiempo con las manos
y todo es un adiós que me abandona.
Del revés, el cuerpo puede verse
los espejos caen con la mentira
entre hombros descolocados,
y es que hay veces
que el tiempo tiene que callarse.



jueves, 12 de marzo de 2009


EN LA ESCALERA

Me voy, hacia tí,
divagando detrás de tu piel amortajada.

Me dejas seca
eliminas mi castigo
hacia el vértice de mi ojo.

Soy algo entre la nada
donde repiro adioses vacíos
y mi mano se despide del huracán del grito.

Deseo llorar
postrada,
en libertad,
entre gritos distraidos.

No impidas mi llanto
ni la eliminación de sangre vertical
entre dedos de asombro.

Hay un cristal
donde elevamos
volteretas de sombras sin vacíos.

Los vacíos pueden hablar de sombras
y las sombras de vacíos,
todo se repite
somos madejas de arterias
solidificando nuestra presencia imprevista
entre océanos de sal.

Soy la figura
entramada en el fondo de la superfície.
Afirmo que no soy nada
ni veloz,
ni lejana,
ni un crepúsculo de márgenes.